Aquí les compartimos lo que nos contestó. Aprovechen a sumar algunos puntitos extras en el concurso por nuestro cuarto aniversario de su libro de "Si el amor es un canto de sirena", ¡FIRMADO y todo! ¡Mucha suerte!


Sobre las escenas íntimas narradas en sus libros:
Esther: Hay que pensarlas. Para no caer en algo vulgar o soez.
Que sea elegante y que al mismo tiempo puedas contarlo todo, que puedas
describirlo con detalle. Es como cuando describes un paisaje o estás hablando de una escena con lujo de detalles, quieres saber que pasa, en vez de tener un agujero negro ahí como “Pasamos la noche juntos” o “Me levanté a su lado” pero ¿Qué ha pasado?
¿Cómo fue que empezaste a escribir?
Esther: Pues, cuando era pequeña, a los 7 años, gané un concurso de
escritura del colegio. Fue un momento muy especial porque tuve que leerlo
delante de todos mis compañeros y la verdad es que me sentí muy bien. El hecho
de que me estuvieran escuchado mientras yo leía lo que había escrito me hizo sentir
muy bien. Y era muy pequeña, obviamente. No recuerdo lo que escribí pero fue una
experiencia muy poderosa. Recuerdo cuando me preguntaban: “¿Qué quieres ser de
mayor?” siempre decía "Escritora". Pero fui creciendo, madurando y poco a
poco empiezas a pensar y aparecen los miedos, las dudas y pensaba que a quién le
iban a interesar mis mundos, las cosas de ficción que yo tengo en la cabeza.
Entonces me dijeron, “Si te gusta escribir, estudia periodismo porque así te
ganaras la vida”, “¿siendo escritora qué vas a hacer? Hay mucha competencia”. Y
entonces estudié periodismo. Así entré al mundo editorial, empecé a trabajar
como editora. Tenía contacto con escritores y uno me preguntó, “¿Tú que soñabas
con ser de niña?” y yo le dije que escritora de novelas románticas. Yo pensaba
que se reiría pero él me dijo “¿Y por qué no lo haces, qué es lo que te
frena?”.
¿Cómo fue el cambio de literatura adulta a juvenil?
Esther: Fue un cambio muy natural y muy lógico porque no me plantee escribir novela juvenil, sino que ya tenía una historia en la cabeza que es la del Bosque y como los personajes eran jóvenes pues pensé que tenía que ser una novela juvenil. Entonces Francesc [Miralles] me explicó un poco algunos parámetros de la novela juvenil y me lancé a hacerlo. Y descubrí que realmente se me daba mejor y me gustaba más, me sentía más en mi salsa escribiendo juvenil que adulto.
¿Y hay alguna corriente de la literatura juvenil que no te
guste o que quieras cambiar?
Esther: No, yo creo que tenemos que coexistir todos. Hay historias
para todos, hay lectores para todo y lo bueno de la diversidad es que cada uno
cuenta lo que le gusta. Yo por ejemplo cuando leo alguna crítica negativa,
pienso que no es una lectura para esa persona. Tiene que leer otras cosas que
le gusten más. Cada uno tiene que encontrar su lugar y cada lector tiene que
encontrar sus libros. No hay algo que me haga pensar “Esto no debería publicarse”. Si
hay un lector al que le gusta esto pues tiene su razón de ser en el mercado.
Esther: Creo que es buenísimo que esto ocurra. Y es fantástico para
los escritores de novela juvenil y de novela romántica porque creo que eso es
una plataforma, un escaparate al que llegamos de una manera muy natural y que
es fantástico. La prensa te dice que no suele hacerse eco de las novelas
juveniles y románticas y yo creo que hay muchos booktubers, muchos bloggeros
que contagian su pasión por la lectura y por los libros, y consiguen que la
gente más joven se acerque a la literatura y lean. Y es una misión fantástica.
La misión de los escritores es que lean, y lo que hacen ustedes es potenciarla
y lanzarla con un altavoz, entonces es maravilloso.
¿Sos de buscar reseñas de tus libros?
Esther: Sí (Risas). Al principio sufría un poco porque cuando te
encuentras con una reseña negativa casi como que te lo tomas como algo
personal. Pero con el tiempo ya no. Procuro aprender de las cosas que alguien
me dice que no les gusta porque yo creo que hay gustos para todos y nos ocurre
a todos los humanos que a los mejor hay veinte cosas bonitas y cuando te dicen una
fea te quedas con la fea. Y ahora me acerco con otra visión, de otra forma. Me
gusta leer buenas y malas, ahora no lo sufro, lo disfruto.
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